Detrás de CuidaVidas

Conoce quien cuida de tu familia.

Soy Alba,

Auxiliar de Enfermería con experiencia
y vocación para cuidar.

¡Hola! Soy Alba y tengo 26 años. Quizás os parezco muy joven, pero tengo muy claros mis objetivos de vida.
Supongo que si has llegado hasta aquí, es para conocer mejor porqué he decidido trabajar para mí misma y crearme una web. Te lo contaré.

Lo cierto es que de bien pequeña ya sabía que mi vocación era cuidar de quienes lo necesitaban. Siempre me ha gustado cuidar de mis abuelos, estar con ellos, escucharles y aprender de lo que ellos han vivido.
Por eso hice el grado de Auxiliar de Enfermería.

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Mi experiencia trabajando en Residencias

Al comenzar a trabajar en una residencia en Terrassa, nada más cumplir los 18, estaba emocionada, me encantaba. Era una residencia para mujeres exclusivamente, y se generaba mucha confianza con cada usuaria. Tengo muy buenos recuerdos de cada mañana, cuando las despertaba con cuidado y cariño para darles los buenos días.
Poder hablar de su vida con ellas, ayudarlas a vestirse (pero siempre favoreciendo su autonomía) y acompañarlas a desayunar, era muy gratificante.
El problema, como muchos ya sabréis, es que las residencias son una carrera. No podías disfrutar al 100% del tiempo con cada persona, ya que tenías que ir corriendo a la siguiente habitación. Y es que el tiempo apremia cuando debes despertar, levantar y ayudar a vestirse y ducharse a decenas de ancianos.
Pasé por todos los turnos, mañana, tarde y noche, y eso me hizo aprender sobre las necesidades de esas personas en momentos distintos. A pesar de que había situaciones muy duras tanto a nivel físico como emocional, era un trabajo que disfrutaba.

Con el tiempo me di cuenta de que no era el mejor entorno para los ancianos, ya que todos tenemos días mejores y peores, y en ciertas ocasiones deseaba tener 5 minutos más para estar con alguna de las mujeres que tenía un mal día.

Poder dar un abrazo, una caricia y unas palabras de apoyo en ciertos momentos, son más importantes que una ducha, y además, después de haber conseguido levantar el ánimo de esa persona, la higiene será mucho más deseable para ella.

Debo decir que esa residencia, con todo lo malo que podáis haber leído, ha sido de las mejores en las que he trabajado, y todas mis compañeras sin excepción eran grandes profesionales que dejaban sus vidas de lado para mejorar las de las ancianas.
Trabajando en la residencia puedes entender lo que sufre alguien cuando es olvidado. Había ancianas que llevaban meses sin ver a ningún familiar. Tú y tus compañeras sois su apoyo.

Este trabajo es triste en ciertos aspectos, ya que puedes notar la diferencia entre los familiares que se preocupan y aman a sus padres y abuelos, de los que han perdido la conexión con ellos.
No quiero ofender ni lastimar, es algo que he aprendido con el tiempo y he visto en primera persona, y de cierta manera, es una parte de la realidad.

Por todo esto, tomé la decisión de dejar el trabajo, y de un día para otro, me quedé sin mi puesto fijo y sin paro.

Mi experiencia en Asistencia Domiciliaria

Con el tiempo encontré una oferta de trabajo que me pareció muy interesante. La empresa en cuestión te realizaba un examen durante la entrevista, en la que debías responder correctamente unas 20/30 preguntas (ahora mismo no recuerdo cuantas) sobre temas de salud, seguridad y cuidados.
Saqué muy buena puntuación y me ofrecieron el trabajo. Debía hacerme autónoma, y ellos me mandarían las ofertas para que yo las aceptase si las creía convenientes. Podían ser servicios de todo tipo; asistencia domiciliaria, acompañamiento en hospitalización, soporte en residencias… Y comencé de nuevo con ilusión.
Cual fue mi decepción cuando vi que prácticamente todas las ofertas eran en Barcelona ciudad, y además estaban terriblemente mal pagadas. Recuerdo hacer números y obtener por resultado que estaba cobrando menos de 5€ la hora en algunos casos. En otros, sólo el desplazamiento hasta la ciudad me suponía más de la mitad de lo que cobraba por el servicio.
Sí, entiendo que no soy médico o abogado, pero ese sueldo por cientos de horas de trabajo me parecía una miseria.

Entonces, después de un año y medio, en el que también trabajé en una residencia los fines de semana para complementar, apareció una nueva oferta de trabajo.

Mi experiencia en un Hospital (UCI)

En ese tiempo conocí a una chica, también auxiliar, que me facilitó el contacto de su superior en un hospital. Ella trabajaba en UCI. Para mí era un mundo totalmente nuevo al cual me daba miedo enfrentarme, pero lo cierto es que compaginar varios trabajos como había estado haciendo hasta ese momento, me estaba venciendo.
Me llené de valor, envié mi currículum y una carta de presentación. Con humildad y sinceridad, llegué a la entrevista, expliqué mi experiencia y valores y me contrataron en pruebas.

Fue un cambio muy duro, sobre todo los primeros 6 meses. Ver las situaciones de emergencia, las muertes, los pacientes sedados, intubados o los paros cardíacos por primera vez fue muy chocante. Cientos de nuevas experiencias venían a mí; medicaciones complejas, material y herramientas nuevas, curas y cuidados que nueva había realizado… En muchos momentos me veía abrumada.

Durante los últimos tres años aprendí más de medicina, cuidados y sanidad que en toda mi vida. Gracias a esta experiencia, y a pesar de que en muchos momentos me quise rendir, conocí a gente estupenda, me enseñaron muchísimo y disfruté con cada paciente que salía andando de la unidad por su propio pie.

Durante este tiempo aprendí y me formé como nunca; aprendí a realizar correctamente una RCP, cómo usar un desfibrilador, cómo reconocer un paro en el momento que sucede y cómo actuar ante cientos de problemas diarios de urgencia.

Entonces llegó el Covid, y de nuevo todo el esfuerzo que había hecho por adaptarme pudo conmigo. Después de varias oleadas y horarios interminables que me dejaban exhausta, decidí finalizar mi contrato.

Durante estos tres años, el contrato más largo que me habían ofrecido era de 6 meses. La precariedad y la poca seguridad del puesto, unidos al cansancio y la falta de horarios fijos, me hicieron renunciar.

Ahora, después de un tiempo, comienzo una nueva aventura en la que puedo poner en práctica todo lo que he aprendido durante el camino.

Para terminar, me gustaría agradecer a todas las personas que se han cruzado en mi vida laboral. Compañeras, auxiliares y enfermeras, médicos, y todos los pacientes, usuarios y clientes con los que he compartido momentos.
Gracias a todos vosotros, hoy puedo decir que soy mejor que ayer.

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